Acusetes llaman a chupetear

Rodrigo Larraín
Académico Universidad Central

A propósito de unas respuestas que un profesor dio a uno de sus alumnos, se trató de armar un debate para que éste aparecería como alguien que más que hacer clases adoctrinaba a quienes debía educar.  Además, se difundió la grabación de la clase telemática con un interés de denuncia; es una deslealtad, no necesariamente una falta que merezca reproche.

En qué consistió el adoctrinamiento.  En las opiniones que tenía el profesor sobre la destrucción de los torniquetes en una estación de metro, que él no consideraba delito dada las condiciones que se vivían en los días de protesta; lo ocurrido se debió al contexto, por lo que uno de los aprehendidos que era también profesor no era responsable, es como si hubiera sido movido por una fuerza superior.  El contexto como atenuante ha sido usado por décadas para justificar aberraciones cometidas por quienes piensan exactamente al revés de nuestro profesor.

Este intercambio entre un profesor y un alumno no habría tenido ningún efecto si no se hubiera viralizado y, así se trató de denostar al maestro. Lo increíble es que la Superintendencia de Educación, sin decirlo, culpa al profesor de algo así como adoctrinamiento. Dicho órgano intenta varias cosa, privarlo de su derecho de expresión, pues cada uno de nosotros tiene derecho a opinar incluso equivocadamente, no hay ni ofensa, insulto u ofensa a nadie, sólo una información equivocada; segundo, desprofesionalizar a un pedagogo menoscabando su dignidad y corrigiéndolo públicamente, el superintendente no sabe que los profesionales tomamos decisiones con independencia y que únicamente tenemos sobre nosotros autoridad organizacional y nunca autoridad acerca de nuestros saberes; por último adoctrinar es educar, es enseñar la doctrina, decir que adoctrina es decir que se enseña, tal vez valga la pena consultar un buen diccionario.

El titular de esa repartición parece ignorar que el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión«.

Finalmente, incentivar la delación por parte de los alumnos es abusar de los niños, y es una ordinariez, aunque sea con el pretexto de descubrir el nuevo delito de adoctrinamiento.  Chupetear es una forma de traición.

¿Desde cuándo un país se hace grande cuando debilita a sus profesores y a su rol profesional?