Junio, julio y agosto son los meses peak de resfríos y gripes causados por virus como la influenza, el respiratorio sincicial y el adenovirus que pueden derivar en complicadas infecciones bacterianas.
Los trastornos respiratorios son el principal problema de salud que se trata en los servicios de urgencia durante los meses de invierno, al punto que su prevalencia aumenta hasta en un ciento por ciento en relación a otras épocas del año.
¿La causa?: En los meses frío se presentan las condiciones ambientales que facilitan la propagación de virus como el respiratorio sincicial, la influenza y el adenovirus que, al complicarse, pueden causar infecciones respiratorias de origen bacteriano.
Estas condiciones son el encierro, la mayor cercanía física de las personas, la falta de ventilación de los ambientes y algunos sistemas de calefacción como la parafina o la leña. La forma en que el contagio se lleva a cabo es a través de las secreciones respiratorias como hablar, llorar, toser o estornudar.
“Las manos son una de las vías de transmisión que más contagia. El adulto que estornuda, se tapa la boca o se suena, queda con sus manos contaminadas. Si con ellas alimenta o muda a un niño, lo va a contagiar. Lavarse las manos después de estornudar o sonarse, es fundamental”, señala el doctor Óscar Fielbaum, pediatra broncopulmonar de Clínica Las Condes.
Las infecciones respiratorias pueden manifestarse de diversas maneras: con cuadros respiratorios altos donde se ve afectada la nariz y la faringe causando obstrucción nasal y dolor de garganta, que en ocasiones pueden complicarse en otitis y/o sinusitis.
También puede darse con cuadros bajos, como la bronqueolitis aguda, que causa dificultad respiratoria y silbido en el pecho. Por su parte, los cuadros severos, como la neumonía, compromete al pulmón y la capacidad respiratoria, provocando fiebre y gran compromiso del estado en general.
Los niños pequeños son el grupo de mayor riesgo, porque en poco tiempo pueden caer en insuficiencia respiratoria. Hay varias razones que lo explican. “En los menores de seis meses de vida, el sistema inmune aún no está maduro, por lo tanto están más expuestos a contraer infecciones bacterianas. Sus vías aéreas son muy pequeñas y tienen más glándulas secretoras por centímetro cuadrado; es decir, generan más secreción, lo que los hace susceptibles a desarrollar problemas obstructivos o neumonías”, agrega el doctor Fielbaum.
Es importante que los niños estén al día con las inmunizaciones que están dentro del plan nacional de vacunas, las que previenen la tos convulsiva, difteria y sarampión. Además, deben vacunarse anualmente contra la influenza y, cuando el pediatra lo indique, colocar la vacuna del neumococo.