En un profundo silencio colectivo, miles de escoceses llegaron hasta la catedral gótica de St. Giles y dieron el último adiós a la reina Isabel II en Edimburgo. Con paso lento y el sonido de un cañonazo disparado cada minuto desde el castillo de Edimburgo, el cortejo fúnebre, con el rey Carlos III y sus hermanos, Ana, Andrés y Eduardo, detrás, avanzó por la Royal Mile, hasta el templo donde se instaló la capilla ardiente.