¿Por qué los valores de los departamentos son tan altos en Chile?

Diferentes estudios han demostrado que los precios de este tipo de propiedades han experimentado un gran aumento durante este último tiempo. Según comenta Sebastián Yáñez Quezada, experto en marketing inmobiliario, esta alza no se justifica considerando que la superficie promedio de las viviendas ha disminuido en los últimos 10 años.

Un reciente estudio elaborado por la consultora inmobiliaria Tinsa, comprobó que los precios de los departamentos en Chile son los más altos de América Latina. Al comparar los valores por metro cuadrado, se encontró que nuestro país superó con creces a México, Perú y Colombia.

Mientras el valor promedio por metro cuadrado en Latinoamérica es de US$1.697 para un departamento regular, en Chile la cifra asciende a US$2.179. Considerando que en nuestro país el sueldo mínimo es de $326.500 mensuales, comprar solo un metro cuadrado de departamento se hace muy difícil para casi cualquier bolsillo.

Pero, ¿cuál es la razón de estos valores tan altos? Las justificaciones que han dado las grandes inmobiliarias generalmente se asocian a problemas como la escasez de suelos, el valor de los materiales y de la mano de obra.

¿Hay espacio donde construir?

En mayo de 2019, la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), a través de su presidente Patricio Donoso, puso como una de las razones que explican el aumento en los precios de las viviendas en la Región Metropolitana, la escasez de suelo disponible para construir y el alto valor por metro cuadrado que está alcanzando.

No obstante, sus dichos no se condicen con la investigación realizada por el economista Pablo Trivelli en 2017, en donde llegó a la conclusión de que en la capital existen un total de 555 hectáreas aptas para construcción, lo que alcanzaría perfectamente para edificar unas 500 mil viviendas o más, si solo se consideraran edificios de ocho pisos.

“Sumado al tema de los precios, también existe el tema de la superficie. Se ha visto en el último tiempo que los metros cuadrados de los departamentos no han aumentado, por el contrario, han disminuido, restándole calidad de vida a los compradores a costa de altos valores”, comenta Sebastián Yáñez Quezada, experto en marketing inmobiliario.

La reducción progresiva del espacio en la RM

Y los dichos de Yáñez tienen fundamento. Según reveló un estudio de Gfk Adimark a finales del año pasado, en los últimos 10 años el valor de los departamentos ha subido un 117%. Esto quiere decir que la vivienda que costaba $100 millones en 2010 hoy costaría más del doble.

Por si fuera poco, la misma investigación reveló que la superficie promedio de estos inmuebles disminuyó en el mismo periodo. Hace 10 años los departamentos poseían aproximadamente 64 metros cuadrados, lo que cambió radicalmente ahora que pasaron a tener 52 metros cuadrados.

Datos como estos, permiten evidenciar la inflación que han tenido los precios de las viviendas, algo que seguramente será un tema a tratar durante la discusión de la Nueva Constitución y por los nuevos alcaldes que asumirán sus tareas prontamente.

Los santiaguinos están optando por abandonar la región

Una de las consecuencias que se ha empezado a notar, es que varios capitalinos han comenzado a mirar con otros ojos la idea de emigrar fuera de la Región Metropolitana. En las regiones más rurales los precios de los departamentos y casas puede ser mucho menor, lo que ha seducido a quienes han aumentado su capital gracias al retiro del 10%.

“En las afueras no existen planos reguladores como los que rigen en la capital, lugar en donde las municipalidades no han sabido establecer una buena política de división de los suelos. En espacios rurales la gente puede tener casas que incluso pueden llegar a los 500 metros cuadrados, superficie que no se compara con los departamentos habituales”, señala Sebastián Yáñez.

Según agrega el experto inmobiliario, otra alternativa que están comenzando a considerar las personas es la de comprar parcelas fuera de Santiago. Finalmente, los que han invertido en ellas prefieren cambiar la ajetreada vida de la ciudad, por una vida tranquila en áreas más alejadas y conectadas con la naturaleza.